Carlos Caritimari y su familia siempre han dependido del bosque. Allí, en la cuenca del río Tahuayo de Loreto, se encuentran los animales silvestres que necesita para alimentarse, la topa —un árbol maderable— y la yarina —planta conocida como “marfil del bosque”—, que utiliza para elaborar joyas y esculturas.
Hace una década, este artesano de la comunidad Diamante/7 de Julio fundó, junto a los dirigentes de las localidades aledañas, el área de conservación regional comunal Tamshiyacu-Tahuayo. Este espacio natural —con 420.080 hectáreas de bosque amazónico— es custodiado y manejado por las mismas comunidades, con cuotas para la caza y el manejo de otros recursos naturales.
Esos controles estrictos han conseguido una conservación ejemplar del bosque. Y, a la par, han permitido mantener intacta la fuente de alimento y recursos económicos de los pobladores de toda la cuenta.