En la cuenca amazónica los límites entre el bosque y el río muchas veces son difusos. Sobre todo, en la temporada de lluvias. Durante esos meses —entre diciembre y febrero— las tormentas son intensas y producen un fenómeno atípico: los árboles atrapan las primeras gotas —algo que evita la erosión de los suelos—, mientras los ríos empiezan a crecer e inundan el terreno con agua y sedimentos que arrastran desde Los Andes.

El avance es tal, que el río y el bosque llegan a formar un solo gran ecosistema, y sus especies —tanto la flora como la fauna— tienen una interacción intensa, para la que se han adaptado durante miles de años. Esos ambientes acuáticos, además de generar una gran biodiversidad, son esenciales para los pobladores de la zona; pues funcionan como una de sus principales fuentes de alimento.

Las piezas reunidas a continuación —fragmentos de la infografía “Bosques inundables” de la Wildlife Conservation Society— ofrecen un acercamiento a algunas de esas relaciones naturales que, a veces, pasan desapercibidas.